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El fracaso: un gran aliado en 42
Ya lo dijo el Maestro Yoda: "el mejor maestro, el fracaso es". Si, aunque con sufrimiento, el padawan Luke Skywalker acabó convirtiéndose en el jedi más poderoso de la Galaxia, cualquier persona sin conocimientos previos de programación puede crear su primer Hello World en pocos días. En 42, el fracaso es una parte esencial del proceso de aprendizaje. Ayuda a los estudiantes a adaptarse a cambios inesperados y a navegar por formas nuevas y creativas para superar las dificultades. Es más, en el campus de programación de Fundación Telefónica, un 99 sobre 100 puede no ser suficiente... ✅
La idea del fracaso está estrechamente ligada a un sentimiento de miedo. Muchos de nosotros nos hemos encontrado con esa sensación alguna vez en la vida: un agujero en el estómago, palmas sudorosas, corazón latiendo rápido. El miedo puede ejercer mucho poder sin pedir permiso. Puede afectar la forma en que reaccionamos ante los obstáculos y, si no nos enfrentamos a él, incluso puede impedir que logremos nuestros objetivos.
Programar es una actividad que suele implicar enfrentarse a problemas que no se resuelven en cinco minutos. Por ejemplo, cuando un programa tiene un error, un desarrollador debe depurar, ejecutar el programa paso a paso o revisar las líneas de código para identificar en cuáles se encuentran los errores y cuáles son las causas del mismo. Esta tarea puede demorar minutos, horas o días, dependiendo de la gravedad, la cantidad de líneas de código que haya que modificar para corregirlo, e incluso del conocimiento que tenga el programador sobre ese error. La recompensa emocional es fuerte. El mejor premio.
Leticia, estudiante de 42 Madrid
“El fracaso hiere. Es molesto. Duele. Es vergonzoso. Se necesita tiempo para asimilarlo. A fin de cuentas, el fracaso es algo a evitar. Recuerdo que mi experiencia en la piscina de 42 Madrid fue como un campo de entrenamiento de tolerancia a la frustración. Los primeros días, cuando tuvimos que censurado-censurado-censurado-censurado, no pasé ni un solo ejercicio. Piensa que yo vengo de un mundo totalmente diferente como es la psicología.
El fracaso fue mi compañero constante. A corto plazo, hizo que fuera estresante. Muchas veces, pensé para mí misma: “Debo estar loca para haber tomado esta ruta”. Pero después de unos días, aprendí a superar esa reacción instintiva y egoísta inicial. Ignoré la vergüenza y la ira y me calmé. Miré más profundamente: ¿por qué estaba fallando?, ¿realmente me gusta la programación?, ¿cómo puedo tener éxito? Así que me tragué mi orgullo, me levanté y comencé a pedir a todos mis compañeros que me ayudaran. No me encontré con ninguna mala cara. Todo lo contrario. Se me pone la piel de gallina al recordarlo, de hecho”.
Ya como estudiante, mis compañeros en el campus se convirtieron en mis profesores, sí, pero yo también de ellos. Fracasamos juntos, pero también compartimos los éxitos. Meses después ya siento tierra firme bajo mis pies. ¡¿Quién me lo hubiera dicho?!”
Álvaro, estudiante de 42 Madrid
“Creo que el fracaso es un concepto muy personal para todos, por lo que cada persona tendrá su propio conjunto de criterios y definición. Seguramente, antes de 42 sentía que mi definición era más o menos la misma que la universal. Cuando no se alcanza algo que se espera lograr, lo sientes como un fracaso.
Una vez en 42, me di cuenta de que, cada vez que nos acercamos a algo nuevo, descubrimos un mundo completamente nuevo de posibilidades y factores complejos, conocimientos y cosas interesantes. Todavía tengo esos miedos hasta cierto punto, pero ahora es mucho mejor. En la primera semana de mi piscina ya me di cuenta de que el fracaso es solo un indicador real de hasta dónde llegaban mis esfuerzos y dónde estaba la realidad.
Siento que 42 no es solo una experiencia de programación. Lo veo más como un entrenamiento del enfoque de las personas para lograr logros que pensábamos que eran inalcanzables en la vida. Por la brecha entre las dificultades de los proyectos y el nivel actual de los estudiantes, te das cuenta de que los proyectos son realmente desafiantes. Cuando los lees siempre piensas que será imposible sacarlos adelante, pero, de alguna manera, siempre encontramos la manera de conseguirlo.
Algo que también descubrí durante mi piscina es que es muy fácil adentrarse en uno mismo y permanecer ahí cuando sientes que no estás en el camino correcto. Craso error en la vida y más en 42. Hay que decirle hola al mundo y hablar con los compañeros cuanto antes para comprobar que la incertidumbre es compartida. Supongo que una de las mayores razones de frustración en los primeros días de piscina es que mucha gente se aísla. Afortunadamente, la piña es poderosa y nos abre los ojos a todos muy pronto”.
El fracaso no significa el fin; darse por vencido, sí
El miedo al fracaso es una construcción social y puede afectarnos de una manera que puede actuar como un gran desmotivador. Cuando los bebés están aprendiendo a caminar, fallan una y otra vez hasta que pueden dar sus primeros pasos. En las piscinas de 42 Madrid, que son la última prueba antes de acceder al campus como estudiante, recibimos a muchos perfiles distintos. Es más, estadísticamente, más de la mitad 42 de las personas se presentan en Distrito Telefónica sin haber programado nada antes. Para todas ellas, la metodología invita a que salten al mundo de la programación con una red de seguridad poderosa: los compañeros.
Llegar a ser un gran programador no es posible si no se dominan los fundamentos. Y no se pueden aprender los fundamentos si se tiene miedo a fallar. Esto se debe a que en cualquier proceso formativo se falla, se falla MUCHO y eso es solo parte del proceso de aprendizaje. Para más inri, si hablamos de código, los errores se multiplican. La adaptabilidad y la resolución creativa de problemas son excelentes habilidades para afrontar ya no solo la estadía en el campus, sino en cualquier puesto de trabajo. Además, si siempre afirmamos que en 42 los estudiantes están en el centro de la toma de decisiones, sería absurdo negar que también tienen la libertad de fallar tantas veces como sea necesario antes de tener éxito. El fracaso no significa el fin, pero darse por vencido, sí.
La escritora británica J.K. Rowling pronunció un célebre discurso de graduación en Harvard en el que compartió sus propias experiencias con el fracaso y cómo moldeó su perspectiva de la vida: “Puede que nunca falles en la escala que yo lo hice, pero algún fracaso en la vida es inevitable. Es imposible vivir sin fallar en algo, a menos que vivas con tanta cautela que bien podrías no haber vivido en absoluto. En cuyo caso, fracasas por defecto. El fracaso me dio una seguridad interior que nunca había alcanzado al aprobar exámenes. El fracaso me enseñó cosas sobre mí misma que no podría haber aprendido de otra manera. Descubrí que tenía una voluntad fuerte y más disciplina de la que sospechaba. También descubrí que tenía amigos cuyo valor estaba realmente por encima del precio de los rubíes».
La comunidad 42 comparte con la escritora una visión similar sobre el fracaso. Aunque puede ser aterrador, el fracaso nos ayuda a descubrir nuestras propias fortalezas y revela qué necesitamos para conseguir nuestros objetivos. Además, las experiencias más complicadas en un ambiente peer-to-peer como el del campus facilitan la creación de fuertes lazos de confianza.
por Eduardo Santana